Existe en el mundo del karate una notable confusión acerca de estos dos movimientos (jun kaiten y gyaku kaiten) en los kata, obviamente debido al frenazo en el desarrollo científico-técnico de esta disciplina que impulsó Funakoshi y continuó Nakayama. Desde la salida de la JKA de la Universidad de Takushoku y la publicación de su inolvidable colección “Karate Superior”, no he conocido ninguna mejora teórica que conduzca al perfeccionamiento técnico, más bien al contrario, todo ha ido hacia atrás, a peor. Y no me refiero a hacer las técnicas más rápidas o más bonitas (para gustos están los colores), sino a que sean la forma gimnástica más evolucionada técnicamente de la lucha a mamporros y guantás. Ya somos olímpicos, nos va a ver más gente; mantengamos un punto de honor, un poco de pundonor (Ah, no que pundonor no está en el manual del perfecto budoka).
Bien es cierto que los kata han ganado en vistosidad, pero manteniendo los mismos errores técnicos de entonces. Es decir, es todo más bonito para el inexperto o para el que se cree experto aunque en lo que es experto es en la repetición de errores.
Y uno de los errores más comunes que he encontrado es la radicalmente equivocada interpretación de los giros en los kata, que he observado en los vídeos del profesor Osamu Nomura, uno de los pioneros del Shotokan en España y de quien han salido verdaderas joyas deportivas, aunque no sé si por él o por casualidad.
No quiero decir que no exista algún practicante que lo ejecute correctamente sin ser consciente de que lo hace, porque conozco a algunos que lo hacen bien, sino que lo que quiero resaltar es el desconocimiento generalizado de la existencia de dos entes separados, como ahora veremos, y sus consecuencias.
Los errores
Nomura, para empezar, es poco sistemático; organiza un embrollo en el que confunde el desplazamiento hacia adelante y el desplazamiento hacia atrás (sería bueno que lo corrigiese), y no se da cuenta (al principio del vídeo), que si hace –como propone– un jun kaiten en el movimiento de defensa (gedan barai), pierde recorrido para hacer el contraataque (gyaku tsuki), por lo que, como se ve repetidamente, tiende a encadenar atropelladamente el gyaku tuski para que no se vea la inestabilidad en que queda, como si se tratase de un combate ritual en lugar de una explicación técnica paso a paso. O sea, lo tiene que hacer deprisa y corriendo, sin terminar ninguna técnica, para que no se note que le sale mal. Es paradójico observar que, siendo como es, un devoto del aikido, no comprenda (porque lo desconoce casi absolutamente), que en el entrenamiento estándar –kihon– el gedan barai puede practicarse desplazándose hacia adelante y como un atemi, pero en realidad –en su origen– es un movimiento defensivo deslizante (barai) y desplazándose hacia atrás. Esto, lamentablemente, es lo que suele suceder cuando uno se dedica, como él, más a estudiar la protohistoria del kata que la técnica. Cosas de la morriña nipona.
La confusión de estos dos movimientos (jun y gyaku kaiten), que se debe a la alergia de los karatekas por la objetividad lógica-científica, y que su incorporación a las olimpiadas podría sanar, eso deseo pero no lo espero, se concreta en la incapacidad para distinguir un giro de desplazamiento del giro de cadera de la técnica.
Es decir, que si no somos capaces de distinguir ambos conceptos, será imposible perfeccionar ninguno de ambos por separado para lograr un conjunto excelente, por lo que seguiremos instalados en la desoladora mediocridad en la que se ha instalado nuestro olímpico deporte.
Análisis
Vamos a diferenciar, entonces, las dos partes del giro en un kata, para lo que utilizaremos un ejemplo básico, en el que llegamos a una parte del recorrido del kata y tenemos que girar por la espalda, como en Taikyoku Shodan, cuando llegamos con un oi tsuki al final del brazo longitudinal, cuando se realiza el kiai (en la imagen, los movimientos 8 al 9 y 16 al 17).

Como bien sabemos, después del movimiento 8 y 16, tenemos que girar por la espalda para dirigirnos a una parte del brazo transversal del embusen. Y aquí es donde se complica la cosa, veremos por qué.
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1º Giro de desplazamiento
El giro de desplazamiento es un movimiento a lo largo del embusen –NO DE LA TÉCNICA QUE SE EJECUTA–, en el que, pivotando sobre el pie adelantado, que en este caso es el derecho, giramos por nuestra espalda describiendo el cuerpo una parábola suma de traslación y rotación (como la Tierra alrededor del Sol, pero al revés, en convexo hacia el Sol en lugar de cóncavo él). Aquí podéis ver, en un .gif, muy impreciso, a lo que me refiero. Vale que sirve para cualquier giro por la espalda (en los extremos de los brazos transversales de la H), pero como es igual para todos los ejemplos similares, nos detendremos a analizar este y no todos, porque, como digo, son iguales.
Visto desde una perspectiva física, el giro de desplazamiento genera un momento angular. Pues bien, el momento angular tiene la curiosa costumbre de querer mantenerse vivito y coleando, por lo cual se ha postulado una Ley Física llamada de Conservación del Momento Angular, que dice que si existe en un cuerpo físico sólido un momento angular, éste tiende a conservarse, igual que ocurre con el movimiento lineal, y si no existe una fuerza o conjunto de fuerzas que lo deceleren (la gravedad, la fricción con el aire, con la superficie sobre la que se desplaza, etc.), tenderá a mantenerse constante.
La ley de conservación del momento angular
establece que el momento angular se conserva cuando hay un par neto
cero aplicado a un sistema, donde el sistema es el objeto u objetos que
están girando.
Esto significa, ni más ni menos, que si generamos un momento angular (cuando giramos), o lo detenemos… o no se detiene, por lo que seguimos girando. Y ¿cómo demonios lo detenemos? ¿Cómo hacemos para disminuir el momento angular? Esto no se aplica lógicamente al movimiento humano, claro, porque siempre hay par contra el momento angular, sea la fricción del aire, sea la gravedad, o lo que fuere. El movimiento humano siempre acaba detenido; la cuestión es detenerlo cuando y donde queremos, no donde nos lleve el momento angular, que puede ser pegarnos una costalada.
Lo que podemos pensar que hacemos naturalmente para detenerlo es apoyar el pie en la nueva posición del brazo transversal del embusen. Parece bastante obvio. Sin embargo, esto es incorrecto porque, una vez más, la colocación del pie en la nueva posición del embusen es una cosa, y otra cosa es la técnica que se esté ejecutando, que puede ser cualquiera (zenkutsu, fudo, nekoashi, kokutsu, kiba, shiko, tsuruashi…), y que tiene unos requerimientos técnicos específicos.
Es incorrecta porque si frenamos el momento de inercia con el apoyo del pie, pero seguimos girando la cadera haciendo un –incorrecto– jun kaiten (en el que, torpemente, la dirección del gedan barai y la de la cadera coinciden en su dirección), el tronco y la cabeza en el mismo sentido del giro de desplazamiento, el momento angular desde la articulación de la cadera (coxofemoral) hacia arriba, tiende a no detenerse, a mantenerse moviéndose en esa dirección, lo cual produce inestabilidad en la estrecha posición zenkutsu-dachi (es más larga que ancha, y tengamos en cuenta que a veces se hace kokutsu-dachi, que es aún más estrecha), imprecisión (por eso Nomura hace trampas en el vídeo). Todo el conjunto corporal se ve afectado, estropeando además el efecto estético (para quien tenga ojos para verlo, claro).
Los más avispados me dirán que para eso está el hikite, para generar un momento angular en sentido contrario, lo cual es una buena observación. Peeero…
Pero es obvio que el momento de inercia angular del tronco arrastra al miembro superior que ejecuta el hikite. Es decir, el hikite viaja a bordo de un conjunto formado por el tronco, la cabeza y el miembro superior que ejecuta el gedan barai, que gira en su dirección opuesta, por lo que es arrastrado por el momento angular igual que una mosca que revolotea dentro de un coche se desplaza a la misma velocidad dentro de él en movimiento que si estuviese parado, no se estampa contra el cristal trasero por más rápido que nos desplacemos. O dicho de otra manera: que no hay forma de parar el momento de inercia angular que genera el giro de la mayor parte de la masa corporal, sólo moviendo un miembro superior en la dirección opuesta, si lo que queremos es ejecutar correctamente el movimiento.
Si aún le queda la duda, y el dibujito de la rueda no le convence, puede hacer una sencilla prueba para comprobar que el hikite no es suficiente para contrarrestar el momento angular del giro en esta técnica: ejecute el giro sin apoyar el pie, como si se quisiera hacer un giro de 360 grados o más, e intente detenerlo con el hikite. Hágalo muy de pie, como en un moto dachi, no vaya a romperse la crisma y me vaya a pedir responsabilidades.
Continúa en la segunda parte. Puedes acceder clicando aquí.
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